El Naufragio de El Cocal

El naufragio de El Cocal ocurrió el 4 de marzo de 1968 en las costas del departamento de Rocha, Uruguay, entre los balnearios de La Esmeralda y Aguas Dulces. El barco, construido en 1942 para servir a la Armada de los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial, tuvo una historia singular que culminó en un acto deliberado por parte de su capitán.

El Cocal era una embarcación que, tras pasar por varios propietarios, terminó navegando en aguas sudamericanas. Según registros, el barco no enfrentó condiciones naturales adversas que justificaran su hundimiento, ya que el fondo marino en la zona es arenoso y carece de rocas o accidentes naturales, a diferencia de áreas cercanas como Cabo Polonio.

El hundimiento de El Cocal no fue accidental, sino un autoatentado orquestado por su capitán. Se cree que el capitán, por motivos que no están del todo claros (posiblemente relacionados con problemas financieros, seguros o conflictos con los propietarios), decidió encallar el barco intencionalmente. Para garantizar la seguridad de la tripulación, ordenó a los marineros arrojarse sobre colchones al piso mientras dirigía la embarcación hacia la costa. Este acto permitió que muchos de los tripulantes sobrevivieran, y algunos de ellos se asentaron posteriormente en la localidad cercana de Ciudad de Castillos.

Hoy en día, los restos de El Cocal son visibles en la playa, entre La Esmeralda y Aguas Dulces, y constituyen una atracción para los visitantes que recorren las costas uruguayas. Aunque el mar y el tiempo han erosionado gran parte de la estructura, lo que queda del barco es un testimonio de este peculiar episodio. A diferencia de otros naufragios en la región, como el de El Latino (del que no quedan restos visibles), El Cocal sigue siendo un punto de referencia en la zona, junto con otros pecios históricos.

El naufragio de El Cocal es parte de la rica historia marítima de las costas de Rocha, donde se estima que entre 300 y 400 barcos han naufragado a lo largo de los siglos. Los restos del barco, semienterrados en la arena, atraen a turistas y curiosos interesados en la historia naval y los relatos de naufragios. Este evento también resalta cómo las costas uruguayas han sido testigos de numerosos incidentes marítimos, muchos de los cuales han dejado huellas físicas y culturales en la región.


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