Laguna de Castillos

Este lugar es un pedacito de paraíso que tenemos cerquita, a unos 15 km al sur de la ciudad de Castillos. Imaginate un espejo de agua enorme, unas 8.000 hectáreas, rodeado de un paisaje que te deja con la boca abierta: humedales, montes de ombúes, palmares, ceibales y el Arroyo Valizas que la conecta con el océano Atlántico. Esa conexión es clave, porque el agua salada entra y sale por la barra de Valizas, que se abre y cierra según las mareas y los vientos, haciendo que la laguna tenga una biodiversidad increíble.

Acá todos sabemos que la laguna es especial. No es solo el agua, que brilla como si tuviera vida propia, sino todo lo que la rodea. El Monte de Ombúes, por ejemplo, es algo único: es el mayor agrupamiento de ombúes del país, y caminar entre ellos es como meterse en un cuento. Además, está lleno de aves, ¡256 especies registradas! Desde flamencos australes hasta cisnes de cuello negro, garzas, chajás y hasta ñandús. Si te gusta mirar pájaros, traé binoculares porque te vas a quedar horas.

También hay bichos autóctonos como carpinchos, nutrias, zorros y hasta el sapito de Darwin, que es chiquito pero importante porque está amenazado.

La laguna es parte de la Reserva de Biosfera Bañados del Este, declarada por la UNESCO, y también es un sitio Ramsar, o sea, un humedal de importancia internacional. Desde el 2020, es un Paisaje Protegido dentro del Sistema Nacional de Áreas Protegidas, así que está bien cuidada. Eso sí, hay que venir con respeto: nada de cazar, aunque la pesca artesanal está permitida y es toda una tradición. Los pescadores locales sacan camarones y peces como corvinas o tarariras, y si ves las luces de las trampas de noche, es un espectáculo.

Si venís, te recomiendo pasar por la Ruta 9. En el kilómetro 246 tenés una vista espectacular con el océano de fondo. Más adelante, en el 251, podés tomar un camino de 6 km hasta el Cerro Agapito, que tiene una panorámica impresionante de la laguna y la Cuchilla de la Carbonera. Y no te pierdas el ceibal en el kilómetro 256, sobre todo en verano cuando los ceibos están en flor, ¡es la flor nacional, viste!

También está Barra Grande, una estancia turística donde podés hacer caminatas, cabalgatas o paseos en canoa, y la Guardia del Monte, un lugar histórico con un entorno que te hace sentir en otra época.

Acá en Castillos, la laguna es parte de nuestra vida. La gente viene a pescar, a mirar aves o simplemente a disfrutar de la paz. Eso sí, si querés alojarte, en la ciudad o en Aguas Dulces y Valizas hay de todo: posadas, cabañas, comedores. Pero ojo, en temporada alta, como enero o febrero, se llena, así que mejor reservar.

Y si sos de los que quieren meterse en la naturaleza, hay guías locales que te llevan a recorrer y te cuentan historias de la zona, como las de los viejos pescadores o los naufragios cerca de Cabo Polonio.

Venite con tiempo, porque la Laguna de Castillos no es solo un lugar para ver y seguir de largo. Es para caminarla, sentirla, y llevarte esos atardeceres que, te juro, no te vas a olvidar nunca.